domingo, 31 de julio de 2011

Hacia lo indescirnible. Crítica a Badiou.


  ¿ Qué es ser filósofo? ; para Badiou un filósofo, es aquel que propone para nuestro tiempo enunciados singulares, e identificables.  Por este motivo, es posible decir que   estamos  ante  uno de los  pocos  filósofos franceses vivos[2],  que tan sólo once años atrás, lanza al  mundo filosófico, su tesis inicial para el emprendimiento de su filosofía.  Badiou plantea que hay cuatro condiciones de la filosofía, estas son: el matema, el poema, la invención política y el amor.   Su tesis apunta a pensar  que la filosofía no tiene como centro la ontología, - que existe como disciplina abstracta y separada- sino que circula entre esta ontología, las teorías modernas del sujeto, y su propia historia. De esta manera  intenta organizar los requisitos de la época; y  designa como tarea específica de la filosofía, proponer un espacio conceptual unificado, donde encuentren su lugar las nominaciones de acontecimientos que sirven de punto de partida a los procedimientos de verdad.                    Frente a la idea de una filosofía que se propone pensar su tiempo por la puesta en lugar común del estado de los procedimientos que la condicionan, pregunto:  ¿ Cuáles son los requisitos de esta época? y ¿ Cuál es el pensamiento propio de esta época?  Edgar Morín, sociólogo contemporáneo y  compatriota de Badiou, dice en una entrevista: " Los que quieren volver a encontrar la alegría de vivir  del hombre en el mundo siguen siendo raros y están aislados de mi generación. Esta ha sufrido grandes choques mentales (la guerra, el fascismo, el stalinismo). Es a través de las generaciones, más bien, como se reconocen los espíritus animados por las mismas aspiraciones".[3]
   Es posible decir que hay espíritus fuertes que han  inspirado a los hombres de la generación de  Badiou, quizás animado por el espíritu  de la filosofía matemática, [4] y  por el deseo de ofrecer una salvación para la filosofía de nuestra época; Badiou  se distancia de la corriente artística  de aquellos que intentan encontrar alegría  de vivir en el hombre;  porque  aquí  no se trata de salvar el alma o el espíritu, sino de salvar el ser, y de salvarlo de lo único que puede ponerlo en peligro, él mismo, por esta motivo ya que " no es sino en lo más extremo del peligro donde crece también lo que salva"[5],  la ciencia y  la política actúan   intrínsecamente ligadas a la filosofía propia de cada era.
                 En la época de Sartre  la filosofía se constituye para dar su expresión al movimiento general de la sociedad, y mientras vive, es el medio cultural de los contemporáneos; pero al mismo tiempo, el filósofo, debe unificar todos los conocimientos regulándose gracias a ciertos esquemas directores que traducen actitudes y técnicas de la clase ascendente ante su época y ante el mundo.[6]
  Buscando las huellas que dejó Sartre, a través de su vida en el arte, es posible encontrar un lazo  con  la filosofía del  otro lado del mundo - me  refiero a la filosofía oriental -.  Sartre comprendió  que " el  filósofo, no es tanto el aprendiz a saberlo todo,  sino el aspirante a un ideal que aún no se ha alcanzado"[7],  intuyó tal vez que " el  filósofo es amante de la sabiduría porque participa en la sabiduría del amor, y en cuanto tal, es filósofo, pues no ha escindido el amor del saber ni ha subordinado el uno al otro"[8];   sin embargo, para  no  apartarse  del camino que los   filósofos en occidente  trazan para evitar ser llamados místicos, literatos, o  poetas, Sartre escribe el  libro El Ser y la Nada,  allí leemos:  "  El primer paso de una filosofía ha de ser, expulsar las cosas  de  la conciencia y restablecer la verdadera relación entre ésta y el mundo, a saber, la conciencia como conciencia posicional del mundo"[9].
..  Para Badiou la filosofía es: "  Un recurso más entre otros para intervenir en lo real, existe legítimamente solo para fortalecer la potencia del espíritu sobre la materia, la afición de la voluntad,  la certeza de que el tratamiento de los posibles por el pensamiento forma una unidad con su advenimiento".[10]
  La época de Badiou es hoy,  siglo XXI, siglo  de la consecuencia del efecto por sobre la causa, siglo del fin o del inicio. En el siglo de la luna roja,  Badiou  plantea el estado actual de la filosofía nombrando tres momentos que designan la clausura de una época entera del pensamiento, estos momentos son: la designación de Heidegger como último filósofo reconocible universalmente, ya que en el tema de la descontrucción de la metafísica, piensa la época como regida por un olvido inaugural y propone un retorno griego;  la racionalidad científica, que a partir de la corriente " "analítica" anglosajona descalifica la mayor parte de la filosofía clásica por estar desprovistas de sentido o limitadas al ejercicio libre de un juego de lenguaje, y el tercer momento la doctrina postcartesiana del sujeto con Marx como anunciante del fin de la filosofía y su  realización práctica y Lacan  como quien postula una antifilosofía remitiendo al imaginario de la totalización especulativa.
   Sartre señala también  tres momentos filosóficos entre el siglo XVII y el XX, estos son: el momento de  Descartes y Locke, el de Kant  y Hegel, y finalmente el de Marx.
Dice Sartre " Estas tres filosofías se convierten a su vez en el humor de todo pensamiento particular y en el horizonte de toda cultura, son insuperables en tanto no se supera el momento histórico del cual son expresión".[11]
Para entender  porqué  Badiou se aferra a   Heidegger, es necesario recurrir a La pregunta por la cosa. Es allí donde  Heidegger dice que, con el surgimiento de la ciencia moderna, vuelve la pregunta por la determinación de la esencia de la cosa, que ya había sido planteada por los griegos. Para captar el auténtico sentido de lo "matemático", para entender lo matemático,  es indispensable recordar que los griegos introducen este concepto para determinar: - a las cosas en cuanto surgen y se presentan por sí mismas,  a las cosas en cuanto están en uso y en permanente disposición y a las cosas en cuanto son en general cosas con las que tenemos trato, todo hacer, todo emprender.
Se deduce de estas determinaciones que " lo matemático" se refiere a las cosas pero dentro de un determinado ámbito,  o sea que sólo a través de lo matemático obtenemos las cosas de un modo aprehendible. Ya que para Heidegger, el aprender  es el modo en que uno se apropia del conocimiento de las cosas, lo verdaderamente matemático es aquel conocimiento de las cosas que en verdad ya tenemos y que extraemos de las cosas mismas. Lo matemático es lo patente en las cosas, es el presupuesto básico de saber que tienen las cosas. Los números, son los entes conocidos de la matemática, pero la esencia de lo matemático no son los números," lo matemático" dirá Heidegger que tiene doble significado: - lo que es aprehendible, y el modo del aprender y del proceder.
Tomando a Heidegger de esa manera, es posible para Badiou pensar que la cuestión ontológica sostiene la re-calificación de la filosofía como tal, y piensa la ontología  como la  presentación de la presentación, o sea la teoría matemática de lo múltiple puro o teoría de conjuntos. Según Heidegger, la ontología es el preguntar en forma explícitamente teorética por el sentido de los entes. Dice en Ser y tiempo que:  " las ontologías que tienen por temas entes de un carácter de ser una forma distinta de la del " ser ahí" tienen por consiguiente, sus fundamentos, y motivos en la misma estructura óntica del " ser ahí" la cual encierra en sí la determinación de una comprensión preontólogica del ser".
Según Badiou en El ser y el acontecimiento, " la ontología, axiomática de la inconsistencia particular de las multiplicidades, captura el en sí de lo múltiple mediante la puesta en consistencia de toda inconsistencia y la inconsistencia de toda consistencia. Así, ella descontruye todo efecto de uno, fiel al no- ser de éste, para el juego reglado de lo múltiple como forma absoluta de la presentación, por lo tanto, el modo según el cual el ser se propone a todo acceso".
  A partir de la revolución matemática de la  filosofía analítica, con Frege y Cantor, propuestos como quienes fijan orientaciones nuevas en el pensamiento,  Badiou, intentando armar un aparato conceptual pertinente y homogéneo con las orientaciones teóricas- prácticas de la doctrina moderna del sujeto, postula[12]  al vacío como  nombre propio del ser, a la inconsistencia como múltiple puro, y  presupone  que, " antes", de la cuenta, lo uno no es. Plantea, que lo que envuelve la existencia de lo uno es la situación, y que nada puede ser  presentado sin ser contado.  Lo uno es el régimen de la posibilidad de la presentación misma. Una situación cualquiera, identifica al ser con lo presentable, enuncia que lo  uno es y que lo múltiple puro- la inconsistencia   no es. Lo uno es  el resultado de la cuenta por uno desde el interior de la situación,  mientras que lo múltiple puro está a la vez excluido del todo. Desde el momento en que el todo de una situación está bajo la ley de lo uno y de la consistencia, es  necesario que lo múltiple puro, sea  nada. El ser - nada se distingue del no- ser tanto como el " hay " se distingue del ser. ¿  Sería posible pensar políticamente esta serie de ideas?,¿ En  qué parte de la conciencia del sujeto está lo uno antes de la cuenta por uno?, ¿Únicamente a la ontología  puede corresponderle  develar el ser de la conciencia como conciencia posicional del mundo?. Es evidente que aquí, donde la ley de lo uno y la consistencia rigen una situación en la cual es necesario que lo múltiple puro sea nada, hay un sujeto que actúa  en el mundo transformándolo,  y si políticamente Badiou parte del marxismo, basándome en la realidad política de nuestra época, me atrevo a decir que su discurso responde a las exigencias del amo.
 Porque Badiou propone un proyecto de pensamiento,  a partir del cual se pueda pensar al sujeto  como configuración local finita de un procedimiento genérico,  o como conjunto finito de indagaciones, que sólo se pone de manifiesto localmente, y que, como instancia finita de una verdad, efectúa un indescirnible, fuerza una decisión, descalifica lo desigual y salva lo singular.   Badiou entiende que el ser humano es un sujeto, que posee la creencia sapiente de que hay una verdad cuyo procedimiento soporta, que se presenta bajo la forma del saber.  Presenta al ser humano  como  sujeto que tiene confianza en el porvenir bajo el nombre de verdad,  que creerá que el azar de los encuentros no fue reunido en vano por el operador de conexión fiel, por este motivo,  la finitud local de las etapas de su trayecto, quedan  retenidas  dentro de la generalidad de  lo verdadero.[13]
 Poseído por el  ideal científico de  elevarse por encima de los demás hombres, y de sentir la superioridad que otorga el poder ampararse en el lenguaje de  la ciencia  físico - matemática, Badiou afirma con seguridad, que:  " El sujeto puede hacer lengua sólo de las combinaciones entre el nombre supernumerario del acontecimiento y el lenguaje de la situación".[14] Esto significa que hay una verdad que es trascendente al sujeto cuyo ser reside en soportar la realización de una verdad, que,  como parte impresentada de la situación, hace uno bajo el  único predicado de la pertenencia y obtiene así relación solo con el ser de la situación. De esta manera sólo el sujeto que confía en sí mismo,  es capaz de generar nominaciones, aunque los nombres que un sujeto genere sean nombres ya afectados por un referente.  Este referente oculto  en el futuro anterior gracias a los recursos de sus múltiples, influye para que  los nombres que genera un sujeto provengan del provenir de una verdad.   Lo que Badiou quiere encontrar, es:  el enunciado verídico, la filosofía que no pueda ser ya puesta en duda, por eso plantea al  sujeto,  como infinito del cual es finito, planteo cartesiano traducido  a la idea posmoderna de " configuración finita del procedimiento genérico, del que resulta una verdad". Sumergido  en la autonimia de una lengua vacía, el  sujeto se sirve de los nombres para formular hipótesis sobre una verdad, se sirve de la lengua que es el orden fijo en el que una finitud se ejerce, la  bruma que rodea el sujeto  y lo separa de su universo real por azares ilimitados guiando al ser humano para buscar el enunciado verídico. Sólo si logra  comprobar  que el enunciado está en conexión con el nombre del acontecimiento,   en la situación por venir en la que esa verdad existe, el enunciado habrá sido verídico. Entonces, si un enunciado de la lengua- sujeto es tal que habrá sido verídico para una situación en la que advino una verdad, es porque existe un término de la situación que pertenece a esa verdad, y mantiene una relación particular con los nombres puestos en juego en el enunciado. Y así sucesivamente un término fuerza un enunciado si su conexión positiva con el fuerza al enunciado a ser verídico en la nueva situación.
 Lo que está haciendo Badiou no es otra cosa sino buscar la dignidad deductiva del concepto, en la ontología matemática que instituye  el errar del ser entre la presentación y la representación. Asumiendo que  hay un procedimiento impresentado de lo verdadero como único resto dejado por la ontología matemática, Badiou se empeña en encontrar la vericidad del enunciado, forzando las relaciones implicadas en la  ley fundamental del sujeto. Habla de una lengua sujeto en la cual el enunciado, o bien  no puede forzarse con ningún término de la situación, o bien  la relación forzada se da  con todos los términos de la situación,   o bien puede forzarse por algunos pero no por otros, de esta manera siempre hay un resto oculto e inadvertido que no puede ser captado por sí mismo; es necesario un orden para allanar al ser que no piensa.
Para Badiou, es en la ontología donde  el ser mismo,  organiza lo inagotable de su pensamiento;  ya que si  el sujeto,  no puede establecer ninguna medida del vínculo cuantitativo entre una situación y su estado, entre la pertenencia y la inclusión, y si lo imposible de decir del ser  es; el vínculo cuantitativo de un múltiple con el múltiple de sus partes abre la perspectiva de elecciones infinitas,  pero como lo real es imposible, el ser, será lo que guarda el enigma de la cantidad.
  Según el autor del   Manifiesto por la filosofía, los poetas propagan la idea de una intuición de la nada en la que mora el ser, cuando no hay siquiera el sitio al que llaman la naturaleza, - para ello- puesto que todo es consistente, que lo indescirnible es lo nombrado,  y la fidelidad es el control organizado del tiempo como disciplina que  controla las consecuencias de la puesta en circulación de lo múltiple paradójico,  la nada es el punto vacío, no situable en el que se comprueba que la situación  está suturada de ser. La nada,  es presentada como el lugar donde todo es contado, el sitio donde  mora la inconsistencia ilegal del ser, que, como forma de lo impresentable, nombra la distancia imperceptible entre presentación como estructura,  y presentación como presentación,  en esta distancia, hay un uno que opera como resultado y un uno como operación, dentro de una  situación, incapaz de ofrecer apoyo para decidir si el acontecimiento le pertenece o no; lo que no se dice es un atributo intrínseco del acontecimiento, que se deduce del matema en el que se inscribe su forma múltiple.  A todo procedimiento por el cual un múltiple es reconocido como acontecimiento, Badiou  lo llama intervención, y para saber cuales son las condiciones a partir de las cuales es posible la intervención, solo es cuestión de comprometerse en un largo proceso crítico de la realidad de la acción y de fundar la tesis: hay algo nuevo en el ser. La esencia del acontecimiento es  ser un múltiple cuya pertenencia a la situación es lo que no se dice. 
   Badiou intenta realizar una revisión de la política,  y parte de la evidencia de que este mundo no es aceptable,  se incrementará y tomará formas cada vez más prácticas.
 En palabras de Badiou:  " Lenin dice que hay tres fuentes en el pensamiento de Marx: la economía política inglesa, la filosofía dialéctica alemana y el movimiento obrero francés. También ahora tenemos tres fuentes, pero bien distintas. En primer lugar, el balance de la política del siglo; eso que podemos llamar el intento comunista, en todas sus formas. En segundo lugar, tentativas políticas reales, o bien a fines del período anterior, como Mayo del ‘68 o el movimiento obrero polaco, o bien hoy en día, como los zapatistas de Chiapas, el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, el movimiento de obreros indocumentados en Francia, algunos aspectos del movimiento obrero en Corea, y cantidades de pequeñas experiencias políticas que se refieren a problemas particulares. Y nuestra tercera fuente es el gran esfuerzo de pensamiento filosófico, teórico y político, que empezó hace ya hace años y que ha presentado obras significativas. Podría citar, un poco al azar, a Toni Negri y, si me permite usted la vanidad, mis propias propuestas. Es un comienzo complicado, todavía débil, pero el movimiento se acelerará."
"
No es conveniente llamar filósofo al hombre de cultura  que siguen a los grandes desarrollos y que tratan  de arreglar los sistemas o de conquistar con los nuevos métodos territorios aún mal conocidos; estos hombres son los que dan funciones prácticas a la teoría y se sirven de ella como si fuera una herramienta para construir o destruir: explotan la propiedad, hacen el inventario, suprimen algunos edificios, y hasta llegan a hacer algunas modificaciones internas; pero siguen alimentándose con el pensamiento vivo de grandes muertos"[15], cito estas palabras de Sartre  para referirme a este intento  badiuano de realizar un movimiento de  totalización. No hay que olvidar que  la más amplia totalización filosófica es el hegelianismo, es allí donde el hombre se exterioriza y se pierde en las cosas, y  el espíritu logra realizarse a través de su propia historia. Es Hegel quien  aparece en la historia de la filosofía, como  unificador de todos los aspectos de la experiencia humana,   como el  filósofo a quien  el intento por poner en conexión vital todos los fenómenos de la experiencia, lo lleva a diferenciarse de la mayoría de los filósofos. Y esa diferencia reside en que no se lo puede seguir estudiando sin descubrir nuevas profundidades de significado y conexión como la dialéctica.
            Las técnicas que utiliza Hegel  para que su filosofía sea un sistema perfecto, se encuentran en el interior del ser humano que busca en sí mismo, la conciencia capaz de devolverlo al infinito. Badiou intenta superar a Hegel,  afirma que es posible hablar de un impass ontológico propio de Hegel. Para Badiou,  el autor de la Fenomenología del espíritu, no deja de marcar la indiferencia del otro y del Otro, y renuncia por esto, a que la ontología pueda ser una situación. Para Hegel las matemáticas representan un estado del pensamiento " " defectuoso en y para sí", cuyo procedimiento no es científico. Algo, lo que Badiou llamaría un puro término presentado solo está determinado para Hegel cuando puede ser pensado como otro de otro, por este motivo, para Badiou  la doctrina hegeliana, es una ontología generativa,  en la cual todo es intrínseco,  ya que  el ser otro es lo uno del ser, bajo la forma de la interioridad del no ser.
 Si lo uno se dice del ser cuando el ser es su propio no-ser, algo debe detectar la marca de la identidad. El infinito para Hegel, consiste en fundar lo Mismo para eso se requiere que haya Otro en el Otro, porque lo uno de la cosa no es su ser, la cosa es en sí misma,  otra que ella misma.
La esencia de la tesis hegeliana sobre el infinito, para Badiou,  consiste en que el puro ser, intrínsecamente discernible, genera a partir de sí, al operador de infinito, de este manera, Hegel, se aboca a co-generar lo infinito y lo finito a partir del punto de ser y la razón interna de lo finito deviene infinito.
El infinito es la contracción en virtualidad de la repetición en la presencia de lo que se repite, contracción llamada infinito a partir del vacío en donde se agota la repetición. El buen infinito, es  el nombre extraído del vacío que bordea un proceso continuo, pero que al tratarlo como presencia, debe ser declarado subjetivamente infinito.     
Hegel, propone pensar que el límite indiferente produce la diferencia real.
El infinito cuantitativo bueno, será la puesta en diferencia de la indiferencia.
Lo que critica Badiou[16] es que, Hegel fracasa al intervenir sobre el número porque la equivalencia nominal que propone entre la pura presencia del sobrepaso en el vacío (buen infinito cualitativo) y el concepto de cualitativo de la cantidad es una apariencia.
La matemática se ubica en discontinuidad respecto de la dialéctica, esta es la lección que Hegel enmascara al suturar con el mismo vocablo: infinito, dos órdenes discursivos diferentes.
Para Badiou, Hegel no puede pensar la diferencia de lo mismo con lo mismo, y por querer sostener la continuidad dialéctica hasta en los laberintos de lo múltiple puro, Hegel no puede reunir el infinito[17].
  El mundo devenido infinito es una subjetividad humana. El sujeto que conoce no puede jamás conocer la infinitud por más movimiento dialéctico que realice. Es cierto, Hegel no pudo reunir el infinito, pero Badiou, destila la comprensión filosófica metafísica que se coloca en otro espacio de ser verdad.  Con la pretensión osada,  de querer someter  toda la historia de la filosofía a las demostraciones de una lógica propia capaz de explicar el vacío como nombre propio del ser, a la naturaleza como " máximo de equilibrio pensable", organizado en relación de  presentación y representación, Badiou busca situaciones compuestas de multiplicidades normales,  y esas multiplicidades normales se hunden en los silencios  de la filosofía.
La  filosofía de Badiou,  que tiene como objetivo encontrar el destino ontológico de la orientación en el pensamiento constructivista y el saber del ser, pliega al ser a la soberanía de la lengua; este es el requisito filosófico de la época,  develar el plegamiento del ser en si mismo, ¿ es posible que absorbiendo  nuevamente  la teoría  matemática como lenguaje capaz de otorgar veracidad a los enunciados que afirman el ser,  sea concebible la verdad? .  Hay una verdad que va más allá de las demostraciones de la lógica, pero  Badiou sólo la  encuentra en la parte impensada de la situación, entonces logra triunfalmente hacer uno bajo el  único predicado de la pertenencia, y mantener una  relación solo con el ser de la situación. Nada más que eso. Una invitación a sumergirse en la oscuridad.
Quién busque luz en la filosofía de Badiou está haciendo un camino inverso.




[2] Cf. Badiou, A., Manifiesto por la filosofía, p. 7.
[3] Morín, E., Crónica de nuestra civilización, en revista Planeta, p, 21.
[4] Si es que puede de hablarse de espíritu en la matemática.
[5] Badiou, A., Manifiesto por la filosofía, p. 29.
[6]  Cf.  Sartre, J-P. , Crítica de la razón dialéctica, tomo 1,  p. 15.
[7]  Panikkar, R., La experiencia filosófica de la india,  p. 18.
[8] Panikkar, R., La experiencia filosófica de la  india, p . 13.
[9] Sartre, J-P. , El ser y la nada, p. 21. 
[10] Badiou, A., El ser y el acontecimiento, p. 6.
[11] Sartre, J-P. , Crítica de la razón dialéctica, tomo 1, p.17.
[12] Cf.  Badiou, A. El ser y el acontecimiento, Meditación cuatro.
[13] Cf. Badiou, A., El ser y el acontecimiento, Meditación treinta y cinco.
[14] Badiou, A. El ser y el acontecimiento, p. 437.
[15] Sartre, J-P.  Crítica de la razón dialéctica, p. 18.
[16] Badiou, A. El ser y el acontecimiento, meditación quince.

                                                                                                                           AGOSTO - 2002

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