sábado, 7 de septiembre de 2013

Filosofía de la Identidad. Hacia una identidad Galáctica.


 
                                                  ¿ Qué es la identidad? , en primer lugar la afirmación  de que es una función pura y exclusivamente humana,
 y como tal, ha sido utilizada en post de un fin político.
Partiendo de esta premisa inicial, intentaré proponer una filosofía de la identidad que demuestre que ésta es un ente metafísico que sólo se manifiesta a través de las expresiones artísticas como impulso hacia lo uno y que también son ellas forjadoras de identidad.
Intentaré reflexionar,  sobre la utilización política del concepto identidad tendiente a igualar a partir de una desconceptualización que aleja cada vez más al ser humano de su verdadera unidad por lo que, para sobrevivir a la globalización, se hará necesario reconstruir nuestra identidad galáctica.

                                                      La identidad como función puramente humana

A través de la filosofía, el concepto: Identidad, ha sido pensado desde el principio ontológico de identidad: a =  a; según el cual toda cosa es igual a si misma; así como desde el principio lógico: a pertenece a a; estos son dos aspectos entrelazados; plantean una concepción cuya lógica es la lógica de los términos; el promotor de esta manera de concebir esta conceptualización fue Parménides, ya que propuso que siempre que se habla de lo real, se habla de lo idéntico. Siguiendo este sendero, es la razón la encargada de llegar a la equiparación de lo ente con lo uno.
Aristóteles define este concepto como la “ unidad de ser, unidad de una multiplicidad de seres o unidad de un solo ser tratado como múltiple”; en la Edad Media, la teología otorga al concepto identidad el significado de: “ la conveniencia de cada cosa consigo misma”; se nomina entonces la identidad como real – como racional o formal, como numérica, especifica, genérica, intrínseca, extrínseca, causal, primordial, secundaria; que en definitiva se reducen a dos planos: el de la identidad lógica y el de la identidad real. Hubo que esperar hasta Kant para que el concepto tome la dimensión trascendental e ingrese también al plano de la metafísica y con el romanticismo y con Schelling la identidad es ahora: “el resultado de representaciones empiristas unificadas por medio de la conciencia de la persistencia”, la identidad para estos metafísicos es un principio lógicamente vacío.
Con Hegel podemos hablar de una identidad formal del entendimiento y una identidad rica y concreta de la razón; Hegel también propone lo absoluto como lo idéntico consigo mismo; la identidad aparece ahora como universal concreto, como una verdad plena, superior, que ha absorbido las entidades anteriores y cuya definición más apropiada es la de: tautología.

             Utilización política del concepto

Como función política dentro de la constitución de los Estados, la identidad se usa para que los seres humanos puedan ser ciudadanos, sin el D.N.I. documento nacional de identidad, nadie puede acceder a los derechos de ser ciudadano habitante de una nación, de un país.

De esta manera, cada uno de nosotros, tiene un pedazo de cartón o de plástico, en el cual figuran los datos personales que lo acreditan ante cualquier tipo de autoridad civil; alguien que no puede identificarse, alguien que no recuerda su nombre,  su nacionalidad, está imposibilitado de pertenecer a la sociedad y de todos los sistemas es el de la salud el que se encarga de alojarlo en instituciones psiquiatritas.


Si pudiéramos identificarnos con el cosmos, con los astros, comprenderíamos que  somos luz y velocidad;  porque si la identificación es una fuerza motriz que mueve la conciencia hacia el si mismo, hacia lo idéntico, entonces todas las fuerzas de la naturaleza están impregnadas de ella, por lo tanto, tanto el sol como la luna como las estrellas como la tierra, en tanto fuerzas vitales  son también finitas, si pudiéramos identificarnos con la galaxia, transitaríamos de otro modo la existencia, y el concepto identidad no sería entonces una política de estado para mantener sujetos aptos para la globalización, sino que sería también un proceso de conocimiento, cuyo desenlace es también la certeza de la propia muerte.
Si pudiéramos identificarnos con el agua, con la tierra, con el aire y con el fuego comprenderíamos que nuestros cuerpos se componen de esos 4 elementos.
Cómo se prepara el ser humano durante su vida para arribar al momento en que esos 4 elementos abandonan el cuerpo,  es lo que condiciona los diferentes espectros de la identidad.
En esta época  en la cual nos es lícito asistir al momento en el que la conciencia emite su propio juicio, la preparación para la muerte es  una cuestión de identidad.

         Las expresiones artísticas como forjadoras de identidad.

Según Nietzsche, es la música la expresión adecuada de todas las realidades.

Es la identidad como fuerza motriz también en el  reconocimiento de ideas afines lo que mantiene la coherencia entre los muertos que constantemente, para afirmarnos; resucitamos.

“has estado leyendo a Byron. Has marcado los párrafos en los que parece haber cierta aprobación de tu carácter. Veo marcas en todas las frases que parecen revelar una naturaleza sarcástica pero apasionada, un ímpetu parecido al de la polilla que se lanza sin vacilar contra la dureza del vidrio. Al pasar la punta del lápiz por aquí, pensabas: “también yo arrojo la capa así, también yo chasqueo los dedos ante el destino[1]…”

“me levanté y me alejé, yo, yo, yo no Byron, ni Shelley, ni Dostoievski, sino yo, Bernard. Incluso repetí mi nombre un par de veces[2]

Las aguas del río Ouse se llevaron el cuerpo de Virginia Woolf antes de que esa lucha de arpías en la conciencia la conduzca hacia el manicomio; es preferible ser juzgada por las olas, por las raíces de los árboles, por las piedras, por los musgos o los moluscos – pensó tal vez - , al ingerir las pastillas recetadas e internarse en las aguas de ese río de montaña.

No sufrió la misma suerte el cuerpo en vida de Nietzsche, todos sabemos que Nietzsche, terminó sus días en una clínica psiquiátrica creyendo ser otras personas,  despojado de su identidad   como construcción psíquica de la mente humana forjada por sus propias experiencias identificatorias;   tanto con los vivos, como fue su relación con Wagner o con Lou Von Salomé; como con los muertos, como fue su relación con Schopenhauer a quien proclama a viva voz por sobre el triunfo de la filosofía hegeliana, que se lo considere como educador.

¿Para qué?,¿ con qué fin Vang Gogh se asó la mano derecha y se cortó la oreja? ¿con que fin salió a pintar en plena noche, llevando en su sombrero foquitos o velas? ¿ con que fin siguió apostando a la pintura sin vender un solo cuadro durante su precaria existencia?¿ con que fin Beethoven seguía dedicándose a la música aún estando sordo?; ¿ con que fin Nietzsche escribió toda su vida?; con el fin de iluminar a todos aquellos que necesitan darle un sentido al estilo de sus pensamientos.
Porque los pensamientos con pies de paloma de los que hablaba Nietzsche no los encontramos en lo alto de las cátedras, en las universidades nacionales,  alli donde existen seminarios y cursos abocados al concepto: identidad.

Nietzsche, abandonó la conciencia temporal de su identidad, quiero decir, de su nombre, para que no sólo en su vida sino también en su obra se visualice la encarnación de esas identidades que durante su vida él evocó: sobre todo, la figura de Dionisio.
Poeta expulsado desde el vamos de la Polis, cuyo doble nacimiento: del vientre de Semele y del muslo de Zeus, le otorga la identidad de traer los males a la ciudad ya sea con el exceso de vino, o tal como se relata en la tragedia: Las Bacantes: cortejo exclusivo de mujeres que disfrutan irresponsablemente de los placeres extremos de la embriaguez al punto de confundir a su propio hijo con un león, cortarle la cabeza y bailar con la cabeza del hijo atravesada por el tirso, que fue lo que hizo Ágape. De alli que la fuerza de Dionisio no sea recomendable para los seres humanos; existe una identificación de Dionisio con el vino, en la actualidad muchos comerciantes utilizan el nombre de Dionisio para vender vinos, dado que  siempre que se pronuncia el nombre Dionisio alguien dice: el dios del vino.
Pero no por alcohólico Nietzsche lo hizo, es harto conocido que su vida careció por completo de la realidad orgiástica de lo que sería una embriaguez dionisiaca; aunque tal vez sí transitó el estado de ánimo creador propio de Dionisio enfrentándose al estado creador propio de lo apolíneo en el mismo, hizo suyos todos los estados de ánimo para dedicarse a hablar de estados de ánimo, y decir que en verdad de lo que se trata es de ir identificandonos con estados de ánimo, porque ellos, como huéspedes de nuestras almas, pugnan porque que cada uno obtenga en si mismo el estilo propio de quien en verdad es; o sea, que cada uno se encuentre consigo mismo, en otras palabras, que la identidad no nos sea dada por otros,  sino que sea un proceso de conocimiento y de estudio de uno mismo, en tanto pertenecientes tanto a una comunidad organizada políticamente como a la posibilidad de no pertenecer a ella.

Hacia una identidad galáctica

Cuando nos organizaron políticamente también nos introdujeron en una manera de percibir el tiempo; el primer paso hacia la obtención de una identidad galáctica tiene que ver con otra manera de estar en el tiempo; se puede estar en la vida real y en la galáctica al mismo tiempo;  hacer coincidir ambos aspectos en la experiencia es tan necesario como lo fue para los griegos hacer coincidir lo ético con lo estético, tan importante como fue para Kant nominar la ley moral dentro del hombre cual cielo estrellado por encima de él.
Las identidades galácticas son cósmicas, por lo que la  prueba física es sólo posibilidad de ser para la experiencia metafísica en el aquí y ahora del cuerpo desde el estado de la no angustia,
Para percibir  la identidad de lo  invisible debemos unificarnos con  nuestra propia naturaleza.
Lo cósmico que habita en nuestro interior, es lo que nos identifica con lo cósmico del cosmos; la galaxia, como cuerpo del universo, en expansión y movimiento, nos alinea con las constelaciones: la conciencia de esa relación es tan luminosa como alegre.
Para finalizar, dejo a los lectores una pregunta y una conclusión:  ¿ cómo debe ser esa unificación para que pueda otorgarnos una identidad galáctica?, ¿ a priori o a posteriori?.
Como sistema político, la Globalización necesita desconceptualizar, y el concepto identidad, cae en el mismo conjunto que el actual concepto de: diversidad, pueblos originarios, matrimonio igualitario o conectar igualdad.  Son conjuntos  vacíos de contenido que viven sólo gracias a la intersección de pertenencias; si o si es necesario que las expresiones artísticas sean el lenguaje por el cual, lo que nos queda por vivir antes de que los astros se cansen de iluminarnos sea en paz y en libertad, que quizás  en la globalización, es  la manera de entender la democracia.





[1] Cf. Woolf, Virginia, Las Olas, pg. 81
[2] Cf. Woolf, Virginia, Las Olas, pg 244

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Caminos universitarios:¿ sendas perdidas?



              
                     
   Cuando a Virginia Woolf, se le encomienda realizar un ensayo sobre las mujeres y la novela, ella escribe Un cuarto propio.
Virginia dice que cuando le pidieron que hablara sobre las mujeres y la novela, se sentó en la orilla de un río, y se puso a pensar sobre el significado de esas palabras. Porque el tema de las mujeres y la novela puede tener distintas significaciones según los contextos en el que se interprete esta relación.
Lo cierto, es que hay una, y evidentemente es la que más importa a Virginia: " para escribir una mujer debe tener dinero y un cuarto propio".
 Virginia Woolf, leerá esta conferencia ante un auditorio de intelectuales en Oxbridge.
Ya dijimos que primeramente expone las posibles trabas con las que se encontró en el momento de pensar el tema del ensayo.
 Y allí estaba la escritora frente al río, " En la ribera opuesta, lloraban los sauces en perpetua lamentación, la cabellera desatada sobre los hombros", y su pequeño pensamiento hundido en la corriente, como un pez, como obras de instantes que se esfuman.
 Imaginemos el patio de aquella universidad en la que se encontraba Virginia Woolf al meditar su ponencia sobre las mujeres y la novela, doblando su cabeza hacia el río, sobre un césped durante 300 años alisados.
Una mañana hermosa de Octubre, cuando el espíritu de  paz rondaba los patios y atrios de Oxbridge, a Virginia Woolf  se le impide el ingreso a la biblioteca de la Universidad, pues su entrada sólo estaba permitida a señoras acompañadas de un profesor del Colegio o provistas de una carta de presentación. Indignada bajó las escaleras, maldiciendo.
Entonces, pasó por la puerta de la capilla, y oyó el lamento del piano cristiano: " En ese aire sereno la pena del Cristianismo era más el recuerdo de una pena que una pena presente, y hasta el rezongo de aquel órgano antiguo estaba saturado de paz". Reprimió su ingreso a la capilla por miedo a que le pidan bautismo, comunión o algún otro requisito similar al de la biblioteca.
Los que entraban, cual "abejas en la boca de la colmena" vestían estolas de pieles, algunos eran paralíticos y otros le recordaban a Virginia " cangrejos gigantes que se arrastraban penosamente sobre la arena de un acuario" . Entonces se recuesta sobre el muro de la Universidad, similar al santuario, donde,  "se conservan especies raras que se extinguirían muy pronto si tuvieran que luchar por su vida en el asfalto del Strand".

  Aquí hago una pausa. Miro nuestro presente. Nuestra situación en la Argentina del siglo XXI.
 Busco en las universidades públicas esas construcciones increíbles producto de tierras que fueron cedidas y pagadas con diezmos.
Busco en nuestras raíces, la época de la razón en la que las universidades se dotaron de becas, en la que se fundaron cátedras, a merced de la industrialización; mientras recorro el patio de la facultad de Humanidades y Artes en Rosario.
Miro el cielo, focalizo mi visión en Marte, el planeta que en estos días anda próximo a la tierra, y no me queda más remedio que animarme tímidamente a esbozar una tenue e irónica sonrisa, que se estampa en las columnas de lo que fue antes un convento y ahora es una universidad.
Recorro las instalaciones de la facultad de psicología, antes, un criadero de pollos, y pienso ¡ cuán lejos estamos genéticamente de alcanzar la altura y el nivel del pensamiento filosófico Europeo!, ¿ es necesario acaso, pretender tal destino?.
 Retomando el tema del ensayo de Virginia, habíamos dejado pendiente la relación entre el dinero, el cuarto propio y la mujer que escribe novelas.
Si para una mujer es difícil escribir novelas, si para Virginia Woolf, es difícil subsistir siendo escritora, ¿ qué nos queda a nosotras?, átomos de una cadena eterna que pretende no degenerar en ceniza sin emitir al menos un pensamiento.
¿ Qué nos queda a nosotras, filósofas, que existimos cien años después que Virginia Woolf y somos la afirmación de su pensamiento?: " En cien años, las mujeres ya no serán el sexo protegido. Participarán en todas las actividades y esfuerzos que les están vedados ahora. La niña hombreará carbón. La tendera conducirá una locomotora".
Sin embargo su pensamiento desconocía que en cien años ya no habría carbón, sino estufas eléctricas o a gas natural, y que los trenes tendrían choferes computarizados o que algunas mujeres serían telemarketers. 
El progreso, el devenir, las estructuras, las herencias, nuestra formación inevitable, nuestro crítico infinito, los eslabones de la cadena que eternamente nos mantiene vivos, esperanzados en obtener el permiso para la palabra, al menos para la opinión, creemos que sólo los lectores del futuro serán capaces de juzgarnos. Es en ese juicio eterno donde constantemente nos repetimos.





domingo, 9 de septiembre de 2012

FILOSOFIA Y POLÍTICA. HACIA UNA EDUCACIÓN INTEGRADORA


       

        Coordinar este trabajo de cátedra a modo de  mesa de ponencias en comisión, dentro del marco de XXI Jornadas de Cátedra y Carreras de Educación Especial de las Universidades Nacionales (RUEDES) y XV Jornadas Nacionales de la Red de Estudiantes de Cátedras y Carreras de Educación Especial (RECCEE); implica a su vez, que mi ponencia gire en torno no solamente a las concepciones de normalidad y anormalidad ; sino también a tres conceptos filosóficos que, articulados con la práctica docente, logran poner en tensión la construcción histórica de las relaciones entre “lo común” y lo “especial”, estos son los conceptos de amor, cuerpo y voluntad.
Para comenzar podemos pensar, tal como lo hace Canguilhem; que sin los conceptos de normal y patológico, el pensamiento y la actividad del médico son incomprensibles. Bajo la pregunta de si lo patológico es un concepto idéntico al normal o si es lo contrario de lo normal, resulta que en verdad ambas concepciones están siempre atadas, ya que el término “normal” es confuso.
            En sus Recherches sur la vie et la Mort, Bichat, habla de la inestabilidad de las fuerzas vitales, de la irregularidad de los fenómenos vitales, de la uniformidad de los fenómenos físicos, del carácter distintivo de remarcar que no hay astronomía, dinámica, hidráulica patológica, puesto que las propiedades físicas no se separan jamás  de su  " tipo natural" , ni tienen necesidad de ser devueltas.
              En la Introduction a¨l¨Etude de la Médecine expérminetale - y también en los Principes de Médecine experimentale, Claude Bernard ha desplegando energía para afirmar legalidad de los fenómenos vitales para refutar el vitalismo de Bichat, considerado como un indeterminismo.
   Del mismo modo que en la guerra y en la política no hay una victoria definitiva, sino una superioridad o un equilibrio relativos y precarios; en el orden de la vida, no hay resultados que radicalmente desvaloricen otros ensayos haciéndolos parecer faltos de algo. Todos los resultados están amenazados dada la finitud del hombre y de la especie; por lo tanto, hablar de éxitos, sería una mirada siempre comparativa entre el presente y el pasado, ya que es el futuro de las formas quien decide su valor.
    ¿ Cómo comenzar marcando  diferencias  entre la educación común y la especial?. Un buen comienzo sería fijar lo que se entiende por el concepto “ normal”. En este punto entonces, Canguilhem, afirma que el término " normal" no tiene ningún sentido propiamente absoluto o esencial y que es por la interferencia de las fluctuaciones genéticas y de las oscilaciones de la cantidad y de la cualidad de las condiciones de existencia o de su distribución geográfica, como podemos elegir lo que lo normal quiere decir; a veces el carácter medio en el que la variación es más rara que sensible, y otras, el carácter en el que la reproducción, o sea el mantenimiento y la multiplicación, revelará la importancia y el valor vitales.
La actividad humana, el trabajo y la cultura tienen por efecto inmediato alterar constantemente el medio de vida de los hombres.
Debido a que el hombre es capaz de existencia, resistencia, actividad técnica y cultural en todos los medios, el problema cambia cuando se pasa de la anomalía morfológica a la enfermedad funcional.
Autores como Laugier, Sigerist y Goldstein piensan que uno puede determinar lo normal por referencia del individuo en si mismo y en situaciones idénticas o en situaciones variadas.
Desde el punto de vista de Goldstein uno verá la enfermedad en el comportamiento catastrófico, desde el punto de vista de Leriche uno la verá en la producción de anomalía histológica  debido al desorden fisiológico.
   Individualizar la norma y lo normal nos hace creer posible abolir las fronteras entro lo normal y lo patológico.
La enfermedad, el estado patológico, no son una pérdida  pero sí un giro de la vida, regulada por normas vitales inferiores o despreciadas por el hecho de que ellas prohíben al viviente la participación activa fácil, generatriz de confianza y de seguridad, por un género de vida que anteriormente era el suyo y que es permitido a los demás.
La depreciación vital de la enfermedad, es un signo objetivo de esta universal reacción subjetiva, y además demuestra la coexistencia de la humanidad en el espacio y en el tiempo, de una medicina más o menos técnica, más o menos sabia, de la curación de las enfermedades.
Leriche define a la salud como " la vida en el silencio de los órganos", pues no es suficiente definir la enfermedad como esto que estorba a los hombres en sus ocupaciones.
Bajo el nombre de normal, el psicólogo o psiquiatra han visto una cierta forma de adaptación a lo real o a la vida, que no obstante, no tiene nada de un absoluto, salvo, para quienes nunca han supuesto la relatividad de los valores técnicos, económicos, culturales.
 Según Canguilhem, la norma en materia de enfermedad dentro del psiquismo humano es la reivindicación y el uso de libertad como poder de revisión y de disminución de las normas, reivindicación que normalmente implica el riesgo de la locura.
Citando a Thomas Mann: " No es tan fácil decidir cuándo empieza la locura y le enfermedad. El hombre de la calle es el último en poder decidir sobre eso”; a partir de Nietzsche, a la filosofía le aguarda la doble tarea de imaginar espacios ficcionales, cuya herramienta: la crítica: nos permite abordar al ámbito educativo también como ficción interpretativa, que sirve como estimulante para la vida, ya que expresa  el conflicto entre educación, arte y conocimiento; esta ficción, que otorga al filósofo artista la posibilidad de crear sentidos, de forjar unidades múltiples, de generar acciones sobre el caos deviniente, aún sabiendo que esas ficciones no corresponden con una realidad última, pero son necesarias para la vida.
  Como docentes , tenemos un desafío en la actualidad; éste es superar barreras históricamente construidas y naturalizadas; iinterrogándonos sobre nuestro propio tiempo; con  una pregunta que forme ella misma parte del tiempo, y que sea también  una ruptura; Freud dice, que todas las preguntas que hacen los niños les sirven de sustituto de lo que no hacen. Esta es una pregunta por el origen.
     Sobre el cuerpo dolido de occidente reflexionaron, con metodologías distintas, tanto Nietzsche como Foucault, el uno a partir de sus propias intuiciones, hundimiento y una aguda mirada psicologista sobre el hombre como especie heterogénea, el otro, desde la sublevación de los saberes sometidos, el saber erudito de los archivos polvorientos y en los saberes populares, el saber de la gente misma; ambos,  sometidos por la ciencia.
         Foucault encuentra en Nietzsche un tipo de discurso que hace el análisis histórico de la formación misma del sujeto que no admite la pre –existencia de un sujeto de conocimiento; en este sentido, el filósofo francés se enfila dentro de la tradición que deconstruye la unidad del sujeto cartesiano que se anclaba en la continuidad entre el deseo y el conocer, el instinto y el saber, el deseo y la verdad.
       En este planteo del conocimiento en su vertiente más política, Foucault se preguntará entonces, ¿por qué es necesario un saber sobre la sexualidad, la  locura o el sujeto criminal y no, qué hay de verdad o de falsedad en esos discursos? Apartándose de la antinomia entre la verdad y falsedad, Foucault cuestiona sobre los efectos que  tiene la verdad.
     Partiendo de la crítica nietzscheana[1] a la sustitución  del filósofo por el mero profesor, o, si se prefiere, la crítica del filósofo - funcionario, del seudofilòsofo que ignora que educar es liberar, se inscribe una crítica ideológica, en la que el filósofo y el artista han sido sustituidos como agentes de la cultura, por el funcionario, el erudito, y el sabio académico; dando lugar a una cultura, en la que lo más noble, es utilizado como medio para le generación de lo mediocre y lo vulgar, y en la que el arte, el mito y el pensamiento libre, mueren aplastados por las exigencias de las sociedades de control, de las que nos hablará Deleuze.
  Es con la utopía de una educación integradora; que no se separa del movimiento infinito, designando etimológicamente la desterritorialización absoluta,  siempre en el punto crítico en el que ésta se conecta con el medio relativo presente, cuando  la filosofía se vuelve política.
    ¿Propone la actual problemática de las relaciones entre educación común y especial una despedidas sin olvidos a las utopías pedagógicas que van a ser suplantadas por estos nuevos sueños pedagógicos?
    Parafraseando a Eugenio Barba,[2] la utopía es el salto a “otro lugar” cuando el mundo en que vivimos nos enseña su cara repelente. Una educación integradora será aquella que enseñé en la disidencia; o sea; en la capacidad de vivir un tiempo dentro de otro tiempo, la práctica de una ubicuidad que nos permite vivir simultáneamente en el tiempo-prisión y en una isla de libertad; esa decisión, como dice Barba, “ es la que nos permite estar en el agua de la Gran Historia sin dejarnos arrastrar por sus corrientes”
Paulo Freire dice  “Necesitamos la esperanza crítica como el pez necesita el agua incontaminada[3]”; la esperanza necesita de la práctica para volverse historia concreta.
                Freire, muere en una época de certidumbres educativas  revolucionarias en la que la insatisfacción por este mundo es el primer paso para alcanzar la utopía del mundo verdadero.
     Tomando la línea argumentativa de Derrida; Dussel y Carusso[4], definen a la educación como la enseñanza de las diferencias; aludiendo a que  " la significación se forma en el hueco de la diferencia"; y sostienen que la política es el arte de la marcación de diferencias en un terreno de lucha y que una forma de esa lucha es la educación; educar es también una forma de establecer vínculos de poder, allí donde "... la ficción se presenta justamente como estructura de la verdad..."
   ¿Qué programa pedagógico sería capaz de incluír a todos? si la educación es  tanto  posibilidad para el futuro, como  cuestión del presente; entonces es necesario desestimar aquella educación para un puesto o plaza social, que ha dejado de lado la educación de las capacidades inherentes al individuo; para comenzar a educar para la libertad.
    Y es aquí donde nos es lícito hablar de arte;  porque  la experiencia del arte, como experiencia vital suprema,  alcanza el modelo referencial desde el que se juzgan todas las cosas, y, al mismo tiempo, es el mejor exponente de esa pasión por la vida que  Nietzsche sintió hasta extremos inimaginables.
     Nietzsche nos alienta a transitar estéticamente la existencia, y es aquí cuando el arte se transforma en la expresión suprema del querer creador y del sujeto autárquico;  el resultado de toda creación es una entidad concreta como manifestación de una potencia productiva. El amor como fuerza, es la productividad pensada como poder, que persiste en una serie de obras, ya que si el arte es la forma mas clara en que se manifiesta la voluntad de poder, entonces es el querer lo que determina el origen de esa voluntad.
 Si bien no hay arte hasta que el individuo no tome conciencia de la posibilidad de desbordar su propia plenitud, haciendo partícipes a los demás de su propio poder; una educación integradora sería aquella que apunte a alentar el poder creador de cada individuo; y esta tarea,  nos propone una  lectura política de la realidad contemporánea, de la función de la educación, desde diversos presupuestos ideológicos y filosóficos actuaes.
En la actualidad, Derrida define a la educación como  el acto de diferenciación en el comienzo de toda escritura; enmarcando una primera escena educativa, en la que el ser humano establece la diferencia entre su especie y la naturaleza; Derrida propone que los orígenes de la educación están en la transmisión simbólica (no genética) de las formas de establecer tanto las diferencias como las vinculaciones permitidas y prohibidas.
 Hoy  es posible interpretar al sujeto como construcción explicativa de la constitución de redes de experiencia en los individuos y en los grupos. Y a la experiencia como el producto de las relaciones entre el sujeto y el mundo.
La sociedad contemporánea nos demanda sujetos que no se congelen, con capacidad de conocer, y de conocer contra lo conocido, con la capacidad de resolver problemas, de hacerse nuevas preguntas.
Los sistemas han conseguido reprimir el interés, someter al sujeto a una extasiadora purificación de orden superior a la acción.
El idealismo del educador actual, que sostiene con su práctica una educación integradora,  se define por una detención del pensamiento, por una negativa a desarrollar determinados temas que ya están presentes.
   Podemos citar como ejemplo el análisis que  Vera Waksman y Walter Kohan, relizan en el libro  Filosofía con niños. Aportes para el trabajo en clase; allí, al analizar el programa Filosofía para niños de Lipman y el método de Paulo Freire,  dicen que Paulo Freire utiliza prolíficamente, términos como “lucha de clases”, “contradicción”, “rebeldía”, “ruptura”, “resistencia” porque los fines son otros; y  en cuanto el programa de filosofía de Lipman es reformista —procura mejorar las instituciones democráticas existentes—, pero la práctica alfabetizadora de Paulo Freire tiene pretensiones revolucionarias porque está basada en la práctica de la libertad, y estas diferencias ideológicas son las que, en la actualidad, son posibles de visualizar desde el ojo crítico del tiempo en el que los cambios, están siendo plasmados.



[1] Cf. Nietzsche, F. , Consideraciones Intempestivas, pg. 24.
[2] Barba, E. “ en las entrañas del monstruo”; discurso pronunciado con motivo de recibir el doctorado Honoris Causes en Cuba.
[3] Cf. Freire, P; Pedagogía de la Esperanza, Pg.13.
[4] Dussel, De Sarmiento a los Simposon

domingo, 31 de julio de 2011

Hacia lo indescirnible. Crítica a Badiou.


  ¿ Qué es ser filósofo? ; para Badiou un filósofo, es aquel que propone para nuestro tiempo enunciados singulares, e identificables.  Por este motivo, es posible decir que   estamos  ante  uno de los  pocos  filósofos franceses vivos[2],  que tan sólo once años atrás, lanza al  mundo filosófico, su tesis inicial para el emprendimiento de su filosofía.  Badiou plantea que hay cuatro condiciones de la filosofía, estas son: el matema, el poema, la invención política y el amor.   Su tesis apunta a pensar  que la filosofía no tiene como centro la ontología, - que existe como disciplina abstracta y separada- sino que circula entre esta ontología, las teorías modernas del sujeto, y su propia historia. De esta manera  intenta organizar los requisitos de la época; y  designa como tarea específica de la filosofía, proponer un espacio conceptual unificado, donde encuentren su lugar las nominaciones de acontecimientos que sirven de punto de partida a los procedimientos de verdad.                    Frente a la idea de una filosofía que se propone pensar su tiempo por la puesta en lugar común del estado de los procedimientos que la condicionan, pregunto:  ¿ Cuáles son los requisitos de esta época? y ¿ Cuál es el pensamiento propio de esta época?  Edgar Morín, sociólogo contemporáneo y  compatriota de Badiou, dice en una entrevista: " Los que quieren volver a encontrar la alegría de vivir  del hombre en el mundo siguen siendo raros y están aislados de mi generación. Esta ha sufrido grandes choques mentales (la guerra, el fascismo, el stalinismo). Es a través de las generaciones, más bien, como se reconocen los espíritus animados por las mismas aspiraciones".[3]
   Es posible decir que hay espíritus fuertes que han  inspirado a los hombres de la generación de  Badiou, quizás animado por el espíritu  de la filosofía matemática, [4] y  por el deseo de ofrecer una salvación para la filosofía de nuestra época; Badiou  se distancia de la corriente artística  de aquellos que intentan encontrar alegría  de vivir en el hombre;  porque  aquí  no se trata de salvar el alma o el espíritu, sino de salvar el ser, y de salvarlo de lo único que puede ponerlo en peligro, él mismo, por esta motivo ya que " no es sino en lo más extremo del peligro donde crece también lo que salva"[5],  la ciencia y  la política actúan   intrínsecamente ligadas a la filosofía propia de cada era.
                 En la época de Sartre  la filosofía se constituye para dar su expresión al movimiento general de la sociedad, y mientras vive, es el medio cultural de los contemporáneos; pero al mismo tiempo, el filósofo, debe unificar todos los conocimientos regulándose gracias a ciertos esquemas directores que traducen actitudes y técnicas de la clase ascendente ante su época y ante el mundo.[6]
  Buscando las huellas que dejó Sartre, a través de su vida en el arte, es posible encontrar un lazo  con  la filosofía del  otro lado del mundo - me  refiero a la filosofía oriental -.  Sartre comprendió  que " el  filósofo, no es tanto el aprendiz a saberlo todo,  sino el aspirante a un ideal que aún no se ha alcanzado"[7],  intuyó tal vez que " el  filósofo es amante de la sabiduría porque participa en la sabiduría del amor, y en cuanto tal, es filósofo, pues no ha escindido el amor del saber ni ha subordinado el uno al otro"[8];   sin embargo, para  no  apartarse  del camino que los   filósofos en occidente  trazan para evitar ser llamados místicos, literatos, o  poetas, Sartre escribe el  libro El Ser y la Nada,  allí leemos:  "  El primer paso de una filosofía ha de ser, expulsar las cosas  de  la conciencia y restablecer la verdadera relación entre ésta y el mundo, a saber, la conciencia como conciencia posicional del mundo"[9].
..  Para Badiou la filosofía es: "  Un recurso más entre otros para intervenir en lo real, existe legítimamente solo para fortalecer la potencia del espíritu sobre la materia, la afición de la voluntad,  la certeza de que el tratamiento de los posibles por el pensamiento forma una unidad con su advenimiento".[10]
  La época de Badiou es hoy,  siglo XXI, siglo  de la consecuencia del efecto por sobre la causa, siglo del fin o del inicio. En el siglo de la luna roja,  Badiou  plantea el estado actual de la filosofía nombrando tres momentos que designan la clausura de una época entera del pensamiento, estos momentos son: la designación de Heidegger como último filósofo reconocible universalmente, ya que en el tema de la descontrucción de la metafísica, piensa la época como regida por un olvido inaugural y propone un retorno griego;  la racionalidad científica, que a partir de la corriente " "analítica" anglosajona descalifica la mayor parte de la filosofía clásica por estar desprovistas de sentido o limitadas al ejercicio libre de un juego de lenguaje, y el tercer momento la doctrina postcartesiana del sujeto con Marx como anunciante del fin de la filosofía y su  realización práctica y Lacan  como quien postula una antifilosofía remitiendo al imaginario de la totalización especulativa.
   Sartre señala también  tres momentos filosóficos entre el siglo XVII y el XX, estos son: el momento de  Descartes y Locke, el de Kant  y Hegel, y finalmente el de Marx.
Dice Sartre " Estas tres filosofías se convierten a su vez en el humor de todo pensamiento particular y en el horizonte de toda cultura, son insuperables en tanto no se supera el momento histórico del cual son expresión".[11]
Para entender  porqué  Badiou se aferra a   Heidegger, es necesario recurrir a La pregunta por la cosa. Es allí donde  Heidegger dice que, con el surgimiento de la ciencia moderna, vuelve la pregunta por la determinación de la esencia de la cosa, que ya había sido planteada por los griegos. Para captar el auténtico sentido de lo "matemático", para entender lo matemático,  es indispensable recordar que los griegos introducen este concepto para determinar: - a las cosas en cuanto surgen y se presentan por sí mismas,  a las cosas en cuanto están en uso y en permanente disposición y a las cosas en cuanto son en general cosas con las que tenemos trato, todo hacer, todo emprender.
Se deduce de estas determinaciones que " lo matemático" se refiere a las cosas pero dentro de un determinado ámbito,  o sea que sólo a través de lo matemático obtenemos las cosas de un modo aprehendible. Ya que para Heidegger, el aprender  es el modo en que uno se apropia del conocimiento de las cosas, lo verdaderamente matemático es aquel conocimiento de las cosas que en verdad ya tenemos y que extraemos de las cosas mismas. Lo matemático es lo patente en las cosas, es el presupuesto básico de saber que tienen las cosas. Los números, son los entes conocidos de la matemática, pero la esencia de lo matemático no son los números," lo matemático" dirá Heidegger que tiene doble significado: - lo que es aprehendible, y el modo del aprender y del proceder.
Tomando a Heidegger de esa manera, es posible para Badiou pensar que la cuestión ontológica sostiene la re-calificación de la filosofía como tal, y piensa la ontología  como la  presentación de la presentación, o sea la teoría matemática de lo múltiple puro o teoría de conjuntos. Según Heidegger, la ontología es el preguntar en forma explícitamente teorética por el sentido de los entes. Dice en Ser y tiempo que:  " las ontologías que tienen por temas entes de un carácter de ser una forma distinta de la del " ser ahí" tienen por consiguiente, sus fundamentos, y motivos en la misma estructura óntica del " ser ahí" la cual encierra en sí la determinación de una comprensión preontólogica del ser".
Según Badiou en El ser y el acontecimiento, " la ontología, axiomática de la inconsistencia particular de las multiplicidades, captura el en sí de lo múltiple mediante la puesta en consistencia de toda inconsistencia y la inconsistencia de toda consistencia. Así, ella descontruye todo efecto de uno, fiel al no- ser de éste, para el juego reglado de lo múltiple como forma absoluta de la presentación, por lo tanto, el modo según el cual el ser se propone a todo acceso".
  A partir de la revolución matemática de la  filosofía analítica, con Frege y Cantor, propuestos como quienes fijan orientaciones nuevas en el pensamiento,  Badiou, intentando armar un aparato conceptual pertinente y homogéneo con las orientaciones teóricas- prácticas de la doctrina moderna del sujeto, postula[12]  al vacío como  nombre propio del ser, a la inconsistencia como múltiple puro, y  presupone  que, " antes", de la cuenta, lo uno no es. Plantea, que lo que envuelve la existencia de lo uno es la situación, y que nada puede ser  presentado sin ser contado.  Lo uno es el régimen de la posibilidad de la presentación misma. Una situación cualquiera, identifica al ser con lo presentable, enuncia que lo  uno es y que lo múltiple puro- la inconsistencia   no es. Lo uno es  el resultado de la cuenta por uno desde el interior de la situación,  mientras que lo múltiple puro está a la vez excluido del todo. Desde el momento en que el todo de una situación está bajo la ley de lo uno y de la consistencia, es  necesario que lo múltiple puro, sea  nada. El ser - nada se distingue del no- ser tanto como el " hay " se distingue del ser. ¿  Sería posible pensar políticamente esta serie de ideas?,¿ En  qué parte de la conciencia del sujeto está lo uno antes de la cuenta por uno?, ¿Únicamente a la ontología  puede corresponderle  develar el ser de la conciencia como conciencia posicional del mundo?. Es evidente que aquí, donde la ley de lo uno y la consistencia rigen una situación en la cual es necesario que lo múltiple puro sea nada, hay un sujeto que actúa  en el mundo transformándolo,  y si políticamente Badiou parte del marxismo, basándome en la realidad política de nuestra época, me atrevo a decir que su discurso responde a las exigencias del amo.
 Porque Badiou propone un proyecto de pensamiento,  a partir del cual se pueda pensar al sujeto  como configuración local finita de un procedimiento genérico,  o como conjunto finito de indagaciones, que sólo se pone de manifiesto localmente, y que, como instancia finita de una verdad, efectúa un indescirnible, fuerza una decisión, descalifica lo desigual y salva lo singular.   Badiou entiende que el ser humano es un sujeto, que posee la creencia sapiente de que hay una verdad cuyo procedimiento soporta, que se presenta bajo la forma del saber.  Presenta al ser humano  como  sujeto que tiene confianza en el porvenir bajo el nombre de verdad,  que creerá que el azar de los encuentros no fue reunido en vano por el operador de conexión fiel, por este motivo,  la finitud local de las etapas de su trayecto, quedan  retenidas  dentro de la generalidad de  lo verdadero.[13]
 Poseído por el  ideal científico de  elevarse por encima de los demás hombres, y de sentir la superioridad que otorga el poder ampararse en el lenguaje de  la ciencia  físico - matemática, Badiou afirma con seguridad, que:  " El sujeto puede hacer lengua sólo de las combinaciones entre el nombre supernumerario del acontecimiento y el lenguaje de la situación".[14] Esto significa que hay una verdad que es trascendente al sujeto cuyo ser reside en soportar la realización de una verdad, que,  como parte impresentada de la situación, hace uno bajo el  único predicado de la pertenencia y obtiene así relación solo con el ser de la situación. De esta manera sólo el sujeto que confía en sí mismo,  es capaz de generar nominaciones, aunque los nombres que un sujeto genere sean nombres ya afectados por un referente.  Este referente oculto  en el futuro anterior gracias a los recursos de sus múltiples, influye para que  los nombres que genera un sujeto provengan del provenir de una verdad.   Lo que Badiou quiere encontrar, es:  el enunciado verídico, la filosofía que no pueda ser ya puesta en duda, por eso plantea al  sujeto,  como infinito del cual es finito, planteo cartesiano traducido  a la idea posmoderna de " configuración finita del procedimiento genérico, del que resulta una verdad". Sumergido  en la autonimia de una lengua vacía, el  sujeto se sirve de los nombres para formular hipótesis sobre una verdad, se sirve de la lengua que es el orden fijo en el que una finitud se ejerce, la  bruma que rodea el sujeto  y lo separa de su universo real por azares ilimitados guiando al ser humano para buscar el enunciado verídico. Sólo si logra  comprobar  que el enunciado está en conexión con el nombre del acontecimiento,   en la situación por venir en la que esa verdad existe, el enunciado habrá sido verídico. Entonces, si un enunciado de la lengua- sujeto es tal que habrá sido verídico para una situación en la que advino una verdad, es porque existe un término de la situación que pertenece a esa verdad, y mantiene una relación particular con los nombres puestos en juego en el enunciado. Y así sucesivamente un término fuerza un enunciado si su conexión positiva con el fuerza al enunciado a ser verídico en la nueva situación.
 Lo que está haciendo Badiou no es otra cosa sino buscar la dignidad deductiva del concepto, en la ontología matemática que instituye  el errar del ser entre la presentación y la representación. Asumiendo que  hay un procedimiento impresentado de lo verdadero como único resto dejado por la ontología matemática, Badiou se empeña en encontrar la vericidad del enunciado, forzando las relaciones implicadas en la  ley fundamental del sujeto. Habla de una lengua sujeto en la cual el enunciado, o bien  no puede forzarse con ningún término de la situación, o bien  la relación forzada se da  con todos los términos de la situación,   o bien puede forzarse por algunos pero no por otros, de esta manera siempre hay un resto oculto e inadvertido que no puede ser captado por sí mismo; es necesario un orden para allanar al ser que no piensa.
Para Badiou, es en la ontología donde  el ser mismo,  organiza lo inagotable de su pensamiento;  ya que si  el sujeto,  no puede establecer ninguna medida del vínculo cuantitativo entre una situación y su estado, entre la pertenencia y la inclusión, y si lo imposible de decir del ser  es; el vínculo cuantitativo de un múltiple con el múltiple de sus partes abre la perspectiva de elecciones infinitas,  pero como lo real es imposible, el ser, será lo que guarda el enigma de la cantidad.
  Según el autor del   Manifiesto por la filosofía, los poetas propagan la idea de una intuición de la nada en la que mora el ser, cuando no hay siquiera el sitio al que llaman la naturaleza, - para ello- puesto que todo es consistente, que lo indescirnible es lo nombrado,  y la fidelidad es el control organizado del tiempo como disciplina que  controla las consecuencias de la puesta en circulación de lo múltiple paradójico,  la nada es el punto vacío, no situable en el que se comprueba que la situación  está suturada de ser. La nada,  es presentada como el lugar donde todo es contado, el sitio donde  mora la inconsistencia ilegal del ser, que, como forma de lo impresentable, nombra la distancia imperceptible entre presentación como estructura,  y presentación como presentación,  en esta distancia, hay un uno que opera como resultado y un uno como operación, dentro de una  situación, incapaz de ofrecer apoyo para decidir si el acontecimiento le pertenece o no; lo que no se dice es un atributo intrínseco del acontecimiento, que se deduce del matema en el que se inscribe su forma múltiple.  A todo procedimiento por el cual un múltiple es reconocido como acontecimiento, Badiou  lo llama intervención, y para saber cuales son las condiciones a partir de las cuales es posible la intervención, solo es cuestión de comprometerse en un largo proceso crítico de la realidad de la acción y de fundar la tesis: hay algo nuevo en el ser. La esencia del acontecimiento es  ser un múltiple cuya pertenencia a la situación es lo que no se dice. 
   Badiou intenta realizar una revisión de la política,  y parte de la evidencia de que este mundo no es aceptable,  se incrementará y tomará formas cada vez más prácticas.
 En palabras de Badiou:  " Lenin dice que hay tres fuentes en el pensamiento de Marx: la economía política inglesa, la filosofía dialéctica alemana y el movimiento obrero francés. También ahora tenemos tres fuentes, pero bien distintas. En primer lugar, el balance de la política del siglo; eso que podemos llamar el intento comunista, en todas sus formas. En segundo lugar, tentativas políticas reales, o bien a fines del período anterior, como Mayo del ‘68 o el movimiento obrero polaco, o bien hoy en día, como los zapatistas de Chiapas, el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, el movimiento de obreros indocumentados en Francia, algunos aspectos del movimiento obrero en Corea, y cantidades de pequeñas experiencias políticas que se refieren a problemas particulares. Y nuestra tercera fuente es el gran esfuerzo de pensamiento filosófico, teórico y político, que empezó hace ya hace años y que ha presentado obras significativas. Podría citar, un poco al azar, a Toni Negri y, si me permite usted la vanidad, mis propias propuestas. Es un comienzo complicado, todavía débil, pero el movimiento se acelerará."
"
No es conveniente llamar filósofo al hombre de cultura  que siguen a los grandes desarrollos y que tratan  de arreglar los sistemas o de conquistar con los nuevos métodos territorios aún mal conocidos; estos hombres son los que dan funciones prácticas a la teoría y se sirven de ella como si fuera una herramienta para construir o destruir: explotan la propiedad, hacen el inventario, suprimen algunos edificios, y hasta llegan a hacer algunas modificaciones internas; pero siguen alimentándose con el pensamiento vivo de grandes muertos"[15], cito estas palabras de Sartre  para referirme a este intento  badiuano de realizar un movimiento de  totalización. No hay que olvidar que  la más amplia totalización filosófica es el hegelianismo, es allí donde el hombre se exterioriza y se pierde en las cosas, y  el espíritu logra realizarse a través de su propia historia. Es Hegel quien  aparece en la historia de la filosofía, como  unificador de todos los aspectos de la experiencia humana,   como el  filósofo a quien  el intento por poner en conexión vital todos los fenómenos de la experiencia, lo lleva a diferenciarse de la mayoría de los filósofos. Y esa diferencia reside en que no se lo puede seguir estudiando sin descubrir nuevas profundidades de significado y conexión como la dialéctica.
            Las técnicas que utiliza Hegel  para que su filosofía sea un sistema perfecto, se encuentran en el interior del ser humano que busca en sí mismo, la conciencia capaz de devolverlo al infinito. Badiou intenta superar a Hegel,  afirma que es posible hablar de un impass ontológico propio de Hegel. Para Badiou,  el autor de la Fenomenología del espíritu, no deja de marcar la indiferencia del otro y del Otro, y renuncia por esto, a que la ontología pueda ser una situación. Para Hegel las matemáticas representan un estado del pensamiento " " defectuoso en y para sí", cuyo procedimiento no es científico. Algo, lo que Badiou llamaría un puro término presentado solo está determinado para Hegel cuando puede ser pensado como otro de otro, por este motivo, para Badiou  la doctrina hegeliana, es una ontología generativa,  en la cual todo es intrínseco,  ya que  el ser otro es lo uno del ser, bajo la forma de la interioridad del no ser.
 Si lo uno se dice del ser cuando el ser es su propio no-ser, algo debe detectar la marca de la identidad. El infinito para Hegel, consiste en fundar lo Mismo para eso se requiere que haya Otro en el Otro, porque lo uno de la cosa no es su ser, la cosa es en sí misma,  otra que ella misma.
La esencia de la tesis hegeliana sobre el infinito, para Badiou,  consiste en que el puro ser, intrínsecamente discernible, genera a partir de sí, al operador de infinito, de este manera, Hegel, se aboca a co-generar lo infinito y lo finito a partir del punto de ser y la razón interna de lo finito deviene infinito.
El infinito es la contracción en virtualidad de la repetición en la presencia de lo que se repite, contracción llamada infinito a partir del vacío en donde se agota la repetición. El buen infinito, es  el nombre extraído del vacío que bordea un proceso continuo, pero que al tratarlo como presencia, debe ser declarado subjetivamente infinito.     
Hegel, propone pensar que el límite indiferente produce la diferencia real.
El infinito cuantitativo bueno, será la puesta en diferencia de la indiferencia.
Lo que critica Badiou[16] es que, Hegel fracasa al intervenir sobre el número porque la equivalencia nominal que propone entre la pura presencia del sobrepaso en el vacío (buen infinito cualitativo) y el concepto de cualitativo de la cantidad es una apariencia.
La matemática se ubica en discontinuidad respecto de la dialéctica, esta es la lección que Hegel enmascara al suturar con el mismo vocablo: infinito, dos órdenes discursivos diferentes.
Para Badiou, Hegel no puede pensar la diferencia de lo mismo con lo mismo, y por querer sostener la continuidad dialéctica hasta en los laberintos de lo múltiple puro, Hegel no puede reunir el infinito[17].
  El mundo devenido infinito es una subjetividad humana. El sujeto que conoce no puede jamás conocer la infinitud por más movimiento dialéctico que realice. Es cierto, Hegel no pudo reunir el infinito, pero Badiou, destila la comprensión filosófica metafísica que se coloca en otro espacio de ser verdad.  Con la pretensión osada,  de querer someter  toda la historia de la filosofía a las demostraciones de una lógica propia capaz de explicar el vacío como nombre propio del ser, a la naturaleza como " máximo de equilibrio pensable", organizado en relación de  presentación y representación, Badiou busca situaciones compuestas de multiplicidades normales,  y esas multiplicidades normales se hunden en los silencios  de la filosofía.
La  filosofía de Badiou,  que tiene como objetivo encontrar el destino ontológico de la orientación en el pensamiento constructivista y el saber del ser, pliega al ser a la soberanía de la lengua; este es el requisito filosófico de la época,  develar el plegamiento del ser en si mismo, ¿ es posible que absorbiendo  nuevamente  la teoría  matemática como lenguaje capaz de otorgar veracidad a los enunciados que afirman el ser,  sea concebible la verdad? .  Hay una verdad que va más allá de las demostraciones de la lógica, pero  Badiou sólo la  encuentra en la parte impensada de la situación, entonces logra triunfalmente hacer uno bajo el  único predicado de la pertenencia, y mantener una  relación solo con el ser de la situación. Nada más que eso. Una invitación a sumergirse en la oscuridad.
Quién busque luz en la filosofía de Badiou está haciendo un camino inverso.




[2] Cf. Badiou, A., Manifiesto por la filosofía, p. 7.
[3] Morín, E., Crónica de nuestra civilización, en revista Planeta, p, 21.
[4] Si es que puede de hablarse de espíritu en la matemática.
[5] Badiou, A., Manifiesto por la filosofía, p. 29.
[6]  Cf.  Sartre, J-P. , Crítica de la razón dialéctica, tomo 1,  p. 15.
[7]  Panikkar, R., La experiencia filosófica de la india,  p. 18.
[8] Panikkar, R., La experiencia filosófica de la  india, p . 13.
[9] Sartre, J-P. , El ser y la nada, p. 21. 
[10] Badiou, A., El ser y el acontecimiento, p. 6.
[11] Sartre, J-P. , Crítica de la razón dialéctica, tomo 1, p.17.
[12] Cf.  Badiou, A. El ser y el acontecimiento, Meditación cuatro.
[13] Cf. Badiou, A., El ser y el acontecimiento, Meditación treinta y cinco.
[14] Badiou, A. El ser y el acontecimiento, p. 437.
[15] Sartre, J-P.  Crítica de la razón dialéctica, p. 18.
[16] Badiou, A. El ser y el acontecimiento, meditación quince.

                                                                                                                           AGOSTO - 2002