¿ Qué
es la identidad? , en primer lugar la afirmación de que es una función pura y exclusivamente
humana,
y como tal, ha sido utilizada en post de un fin político.
Partiendo
de esta premisa inicial, intentaré proponer una filosofía de la identidad que
demuestre que ésta es un ente metafísico que sólo se manifiesta a través de las
expresiones artísticas como impulso hacia lo uno y que también son ellas
forjadoras de identidad.
Intentaré
reflexionar, sobre la
utilización política del concepto identidad tendiente a igualar a partir de una
desconceptualización que aleja cada vez más al ser humano de su verdadera
unidad por lo que, para sobrevivir a la globalización, se hará necesario
reconstruir nuestra identidad galáctica.
La identidad como función puramente humana
A
través de la filosofía, el concepto: Identidad, ha sido pensado desde el
principio ontológico de identidad: a =
a; según el cual toda cosa es igual a si misma; así como desde el
principio lógico: a pertenece a a; estos son dos aspectos entrelazados; plantean
una concepción cuya lógica es la lógica de los términos; el promotor de esta
manera de concebir esta conceptualización fue Parménides, ya que propuso que
siempre que se habla de lo real, se habla de lo idéntico. Siguiendo este sendero,
es la razón la encargada de llegar a la equiparación de lo ente con lo uno.
Aristóteles
define este concepto como la “ unidad de
ser, unidad de una multiplicidad de seres o unidad de un solo ser tratado como
múltiple”; en la Edad Media, la teología otorga al concepto identidad el
significado de: “ la conveniencia de cada
cosa consigo misma”; se nomina entonces la identidad como real – como
racional o formal, como numérica, especifica, genérica, intrínseca, extrínseca,
causal, primordial, secundaria; que en definitiva se reducen a dos planos: el
de la identidad lógica y el de la identidad real. Hubo que esperar hasta Kant
para que el concepto tome la dimensión trascendental e ingrese también al plano
de la metafísica y con el romanticismo y con Schelling la identidad es ahora: “el resultado de representaciones empiristas
unificadas por medio de la conciencia de la persistencia”, la identidad
para estos metafísicos es un principio lógicamente vacío.
Con
Hegel podemos hablar de una identidad formal del entendimiento y una identidad
rica y concreta de la razón; Hegel también propone lo absoluto como lo idéntico
consigo mismo; la identidad aparece ahora como universal concreto, como una
verdad plena, superior, que ha absorbido las entidades anteriores y cuya
definición más apropiada es la de: tautología.
Utilización política del concepto
Como
función política dentro de la constitución de los Estados, la identidad se usa
para que los seres humanos puedan ser ciudadanos, sin el D.N.I. documento
nacional de identidad, nadie puede acceder a los derechos de ser ciudadano
habitante de una nación, de un país.
De
esta manera, cada uno de nosotros, tiene un pedazo de cartón o de plástico, en
el cual figuran los datos personales que lo acreditan ante cualquier tipo de
autoridad civil; alguien que no puede identificarse, alguien que no recuerda su
nombre, su nacionalidad, está
imposibilitado de pertenecer a la sociedad y de todos los sistemas es el de la
salud el que se encarga de alojarlo en instituciones psiquiatritas.
Si
pudiéramos identificarnos con el cosmos, con los astros, comprenderíamos que somos luz y velocidad; porque si la identificación es una fuerza
motriz que mueve la conciencia hacia el si mismo, hacia lo idéntico, entonces
todas las fuerzas de la naturaleza están impregnadas de ella, por lo tanto,
tanto el sol como la luna como las estrellas como la tierra, en tanto fuerzas
vitales son también finitas, si
pudiéramos identificarnos con la galaxia, transitaríamos de otro modo la
existencia, y el concepto identidad no sería entonces una política de estado
para mantener sujetos aptos para la globalización, sino que sería también un
proceso de conocimiento, cuyo desenlace es también la certeza de la propia
muerte.
Si
pudiéramos identificarnos con el agua, con la tierra, con el aire y con el
fuego comprenderíamos que nuestros cuerpos se componen de esos 4 elementos.
Cómo
se prepara el ser humano durante su vida para arribar al momento en que esos 4
elementos abandonan el cuerpo, es lo que
condiciona los diferentes espectros de la identidad.
En
esta época en la cual nos es lícito
asistir al momento en el que la conciencia emite su propio juicio, la preparación
para la muerte es una cuestión de
identidad.
Las expresiones artísticas como
forjadoras de identidad.
Según
Nietzsche, es la música la expresión adecuada de todas las realidades.
Es
la identidad como fuerza motriz también en el reconocimiento de ideas afines lo que mantiene
la coherencia entre los muertos que constantemente, para afirmarnos; resucitamos.
“has estado leyendo a Byron. Has
marcado los párrafos en los que parece haber cierta aprobación de tu carácter.
Veo marcas en todas las frases que parecen revelar una naturaleza sarcástica
pero apasionada, un ímpetu parecido al de la polilla que se lanza sin vacilar
contra la dureza del vidrio. Al pasar la punta del lápiz por aquí, pensabas:
“también yo arrojo la capa así, también yo chasqueo los dedos ante el destino[1]…”
“me levanté y me alejé, yo, yo, yo
no Byron, ni Shelley, ni Dostoievski, sino yo, Bernard. Incluso repetí mi
nombre un par de veces[2]”
Las
aguas del río Ouse se llevaron el cuerpo de Virginia Woolf antes de que esa lucha
de arpías en la conciencia la conduzca hacia el manicomio; es preferible ser
juzgada por las olas, por las raíces de los árboles, por las piedras, por los
musgos o los moluscos – pensó tal vez - , al ingerir las pastillas recetadas e
internarse en las aguas de ese río de montaña.
No
sufrió la misma suerte el cuerpo en vida de Nietzsche, todos sabemos que
Nietzsche, terminó sus días en una clínica psiquiátrica creyendo ser otras
personas, despojado de su identidad como construcción psíquica de la mente
humana forjada por sus propias experiencias identificatorias; tanto
con los vivos, como fue su relación con Wagner o con Lou Von Salomé; como con
los muertos, como fue su relación con Schopenhauer a quien proclama a viva voz
por sobre el triunfo de la filosofía hegeliana, que se lo considere como
educador.
¿Para
qué?,¿ con qué fin Vang Gogh se asó la mano derecha y se cortó la oreja? ¿con
que fin salió a pintar en plena noche, llevando en su sombrero foquitos o
velas? ¿ con que fin siguió apostando a la pintura sin vender un solo cuadro
durante su precaria existencia?¿ con que fin Beethoven seguía dedicándose a la
música aún estando sordo?; ¿ con que fin Nietzsche escribió toda su vida?; con
el fin de iluminar a todos aquellos que necesitan darle un sentido al estilo de
sus pensamientos.
Porque
los pensamientos con pies de paloma de los que hablaba Nietzsche no los
encontramos en lo alto de las cátedras, en las universidades nacionales, alli donde existen seminarios y cursos abocados
al concepto: identidad.
Nietzsche,
abandonó la conciencia temporal de su identidad, quiero decir, de su nombre,
para que no sólo en su vida sino también en su obra se visualice la encarnación
de esas identidades que durante su vida él evocó: sobre todo, la figura de
Dionisio.
Poeta
expulsado desde el vamos de la Polis, cuyo doble nacimiento: del vientre de
Semele y del muslo de Zeus, le otorga la identidad de traer los males a la
ciudad ya sea con el exceso de vino, o tal como se relata en la tragedia: Las
Bacantes: cortejo exclusivo de mujeres que disfrutan irresponsablemente de los
placeres extremos de la embriaguez al punto de confundir a su propio hijo con
un león, cortarle la cabeza y bailar con la cabeza del hijo atravesada por el
tirso, que fue lo que hizo Ágape. De alli que la fuerza de Dionisio no sea
recomendable para los seres humanos; existe una identificación de Dionisio con
el vino, en la actualidad muchos comerciantes utilizan el nombre de Dionisio
para vender vinos, dado que siempre que
se pronuncia el nombre Dionisio alguien dice: el dios del vino.
Pero
no por alcohólico Nietzsche lo hizo, es harto conocido que su vida careció por
completo de la realidad orgiástica de lo que sería una embriaguez dionisiaca;
aunque tal vez sí transitó el estado de ánimo creador propio de Dionisio enfrentándose
al estado creador propio de lo apolíneo en el mismo, hizo suyos todos los
estados de ánimo para dedicarse a hablar de estados de ánimo, y decir que en
verdad de lo que se trata es de ir identificandonos con estados de ánimo,
porque ellos, como huéspedes de nuestras almas, pugnan porque que cada uno
obtenga en si mismo el estilo propio de quien en verdad es; o sea, que cada uno
se encuentre consigo mismo, en otras palabras, que la identidad no nos sea dada
por otros, sino que sea un proceso de
conocimiento y de estudio de uno mismo, en tanto pertenecientes tanto a una
comunidad organizada políticamente como a la posibilidad de no pertenecer a
ella.
Hacia una identidad galáctica
Cuando
nos organizaron políticamente también nos introdujeron en una manera de
percibir el tiempo; el primer paso hacia la obtención de una identidad
galáctica tiene que ver con otra manera de estar en el tiempo; se puede estar
en la vida real y en la galáctica al mismo tiempo; hacer coincidir ambos aspectos en la
experiencia es tan necesario como lo fue para los griegos hacer coincidir lo
ético con lo estético, tan importante como fue para Kant nominar la ley moral
dentro del hombre cual cielo estrellado por encima de él.
Las
identidades galácticas son cósmicas, por lo que la prueba física es sólo posibilidad de ser para
la experiencia metafísica en el aquí y ahora del cuerpo desde el estado de la
no angustia,
Para
percibir la identidad de lo invisible debemos unificarnos con nuestra propia naturaleza.
Lo
cósmico que habita en nuestro interior, es lo que nos identifica con lo cósmico
del cosmos; la galaxia, como cuerpo del universo, en expansión y movimiento,
nos alinea con las constelaciones: la conciencia de esa relación es tan
luminosa como alegre.
Para
finalizar, dejo a los lectores una pregunta y una conclusión: ¿ cómo debe ser esa unificación para que
pueda otorgarnos una identidad galáctica?, ¿ a priori o a posteriori?.
Como
sistema político, la Globalización necesita desconceptualizar, y el concepto
identidad, cae en el mismo conjunto que el actual concepto de: diversidad,
pueblos originarios, matrimonio igualitario o conectar igualdad. Son conjuntos vacíos de contenido que viven sólo gracias a
la intersección de pertenencias; si o si es necesario que las expresiones
artísticas sean el lenguaje por el cual, lo que nos queda por vivir antes de
que los astros se cansen de iluminarnos sea en paz y en libertad, que quizás en la globalización, es la manera de entender la democracia.