sábado, 7 de septiembre de 2013

Filosofía de la Identidad. Hacia una identidad Galáctica.


 
                                                  ¿ Qué es la identidad? , en primer lugar la afirmación  de que es una función pura y exclusivamente humana,
 y como tal, ha sido utilizada en post de un fin político.
Partiendo de esta premisa inicial, intentaré proponer una filosofía de la identidad que demuestre que ésta es un ente metafísico que sólo se manifiesta a través de las expresiones artísticas como impulso hacia lo uno y que también son ellas forjadoras de identidad.
Intentaré reflexionar,  sobre la utilización política del concepto identidad tendiente a igualar a partir de una desconceptualización que aleja cada vez más al ser humano de su verdadera unidad por lo que, para sobrevivir a la globalización, se hará necesario reconstruir nuestra identidad galáctica.

                                                      La identidad como función puramente humana

A través de la filosofía, el concepto: Identidad, ha sido pensado desde el principio ontológico de identidad: a =  a; según el cual toda cosa es igual a si misma; así como desde el principio lógico: a pertenece a a; estos son dos aspectos entrelazados; plantean una concepción cuya lógica es la lógica de los términos; el promotor de esta manera de concebir esta conceptualización fue Parménides, ya que propuso que siempre que se habla de lo real, se habla de lo idéntico. Siguiendo este sendero, es la razón la encargada de llegar a la equiparación de lo ente con lo uno.
Aristóteles define este concepto como la “ unidad de ser, unidad de una multiplicidad de seres o unidad de un solo ser tratado como múltiple”; en la Edad Media, la teología otorga al concepto identidad el significado de: “ la conveniencia de cada cosa consigo misma”; se nomina entonces la identidad como real – como racional o formal, como numérica, especifica, genérica, intrínseca, extrínseca, causal, primordial, secundaria; que en definitiva se reducen a dos planos: el de la identidad lógica y el de la identidad real. Hubo que esperar hasta Kant para que el concepto tome la dimensión trascendental e ingrese también al plano de la metafísica y con el romanticismo y con Schelling la identidad es ahora: “el resultado de representaciones empiristas unificadas por medio de la conciencia de la persistencia”, la identidad para estos metafísicos es un principio lógicamente vacío.
Con Hegel podemos hablar de una identidad formal del entendimiento y una identidad rica y concreta de la razón; Hegel también propone lo absoluto como lo idéntico consigo mismo; la identidad aparece ahora como universal concreto, como una verdad plena, superior, que ha absorbido las entidades anteriores y cuya definición más apropiada es la de: tautología.

             Utilización política del concepto

Como función política dentro de la constitución de los Estados, la identidad se usa para que los seres humanos puedan ser ciudadanos, sin el D.N.I. documento nacional de identidad, nadie puede acceder a los derechos de ser ciudadano habitante de una nación, de un país.

De esta manera, cada uno de nosotros, tiene un pedazo de cartón o de plástico, en el cual figuran los datos personales que lo acreditan ante cualquier tipo de autoridad civil; alguien que no puede identificarse, alguien que no recuerda su nombre,  su nacionalidad, está imposibilitado de pertenecer a la sociedad y de todos los sistemas es el de la salud el que se encarga de alojarlo en instituciones psiquiatritas.


Si pudiéramos identificarnos con el cosmos, con los astros, comprenderíamos que  somos luz y velocidad;  porque si la identificación es una fuerza motriz que mueve la conciencia hacia el si mismo, hacia lo idéntico, entonces todas las fuerzas de la naturaleza están impregnadas de ella, por lo tanto, tanto el sol como la luna como las estrellas como la tierra, en tanto fuerzas vitales  son también finitas, si pudiéramos identificarnos con la galaxia, transitaríamos de otro modo la existencia, y el concepto identidad no sería entonces una política de estado para mantener sujetos aptos para la globalización, sino que sería también un proceso de conocimiento, cuyo desenlace es también la certeza de la propia muerte.
Si pudiéramos identificarnos con el agua, con la tierra, con el aire y con el fuego comprenderíamos que nuestros cuerpos se componen de esos 4 elementos.
Cómo se prepara el ser humano durante su vida para arribar al momento en que esos 4 elementos abandonan el cuerpo,  es lo que condiciona los diferentes espectros de la identidad.
En esta época  en la cual nos es lícito asistir al momento en el que la conciencia emite su propio juicio, la preparación para la muerte es  una cuestión de identidad.

         Las expresiones artísticas como forjadoras de identidad.

Según Nietzsche, es la música la expresión adecuada de todas las realidades.

Es la identidad como fuerza motriz también en el  reconocimiento de ideas afines lo que mantiene la coherencia entre los muertos que constantemente, para afirmarnos; resucitamos.

“has estado leyendo a Byron. Has marcado los párrafos en los que parece haber cierta aprobación de tu carácter. Veo marcas en todas las frases que parecen revelar una naturaleza sarcástica pero apasionada, un ímpetu parecido al de la polilla que se lanza sin vacilar contra la dureza del vidrio. Al pasar la punta del lápiz por aquí, pensabas: “también yo arrojo la capa así, también yo chasqueo los dedos ante el destino[1]…”

“me levanté y me alejé, yo, yo, yo no Byron, ni Shelley, ni Dostoievski, sino yo, Bernard. Incluso repetí mi nombre un par de veces[2]

Las aguas del río Ouse se llevaron el cuerpo de Virginia Woolf antes de que esa lucha de arpías en la conciencia la conduzca hacia el manicomio; es preferible ser juzgada por las olas, por las raíces de los árboles, por las piedras, por los musgos o los moluscos – pensó tal vez - , al ingerir las pastillas recetadas e internarse en las aguas de ese río de montaña.

No sufrió la misma suerte el cuerpo en vida de Nietzsche, todos sabemos que Nietzsche, terminó sus días en una clínica psiquiátrica creyendo ser otras personas,  despojado de su identidad   como construcción psíquica de la mente humana forjada por sus propias experiencias identificatorias;   tanto con los vivos, como fue su relación con Wagner o con Lou Von Salomé; como con los muertos, como fue su relación con Schopenhauer a quien proclama a viva voz por sobre el triunfo de la filosofía hegeliana, que se lo considere como educador.

¿Para qué?,¿ con qué fin Vang Gogh se asó la mano derecha y se cortó la oreja? ¿con que fin salió a pintar en plena noche, llevando en su sombrero foquitos o velas? ¿ con que fin siguió apostando a la pintura sin vender un solo cuadro durante su precaria existencia?¿ con que fin Beethoven seguía dedicándose a la música aún estando sordo?; ¿ con que fin Nietzsche escribió toda su vida?; con el fin de iluminar a todos aquellos que necesitan darle un sentido al estilo de sus pensamientos.
Porque los pensamientos con pies de paloma de los que hablaba Nietzsche no los encontramos en lo alto de las cátedras, en las universidades nacionales,  alli donde existen seminarios y cursos abocados al concepto: identidad.

Nietzsche, abandonó la conciencia temporal de su identidad, quiero decir, de su nombre, para que no sólo en su vida sino también en su obra se visualice la encarnación de esas identidades que durante su vida él evocó: sobre todo, la figura de Dionisio.
Poeta expulsado desde el vamos de la Polis, cuyo doble nacimiento: del vientre de Semele y del muslo de Zeus, le otorga la identidad de traer los males a la ciudad ya sea con el exceso de vino, o tal como se relata en la tragedia: Las Bacantes: cortejo exclusivo de mujeres que disfrutan irresponsablemente de los placeres extremos de la embriaguez al punto de confundir a su propio hijo con un león, cortarle la cabeza y bailar con la cabeza del hijo atravesada por el tirso, que fue lo que hizo Ágape. De alli que la fuerza de Dionisio no sea recomendable para los seres humanos; existe una identificación de Dionisio con el vino, en la actualidad muchos comerciantes utilizan el nombre de Dionisio para vender vinos, dado que  siempre que se pronuncia el nombre Dionisio alguien dice: el dios del vino.
Pero no por alcohólico Nietzsche lo hizo, es harto conocido que su vida careció por completo de la realidad orgiástica de lo que sería una embriaguez dionisiaca; aunque tal vez sí transitó el estado de ánimo creador propio de Dionisio enfrentándose al estado creador propio de lo apolíneo en el mismo, hizo suyos todos los estados de ánimo para dedicarse a hablar de estados de ánimo, y decir que en verdad de lo que se trata es de ir identificandonos con estados de ánimo, porque ellos, como huéspedes de nuestras almas, pugnan porque que cada uno obtenga en si mismo el estilo propio de quien en verdad es; o sea, que cada uno se encuentre consigo mismo, en otras palabras, que la identidad no nos sea dada por otros,  sino que sea un proceso de conocimiento y de estudio de uno mismo, en tanto pertenecientes tanto a una comunidad organizada políticamente como a la posibilidad de no pertenecer a ella.

Hacia una identidad galáctica

Cuando nos organizaron políticamente también nos introdujeron en una manera de percibir el tiempo; el primer paso hacia la obtención de una identidad galáctica tiene que ver con otra manera de estar en el tiempo; se puede estar en la vida real y en la galáctica al mismo tiempo;  hacer coincidir ambos aspectos en la experiencia es tan necesario como lo fue para los griegos hacer coincidir lo ético con lo estético, tan importante como fue para Kant nominar la ley moral dentro del hombre cual cielo estrellado por encima de él.
Las identidades galácticas son cósmicas, por lo que la  prueba física es sólo posibilidad de ser para la experiencia metafísica en el aquí y ahora del cuerpo desde el estado de la no angustia,
Para percibir  la identidad de lo  invisible debemos unificarnos con  nuestra propia naturaleza.
Lo cósmico que habita en nuestro interior, es lo que nos identifica con lo cósmico del cosmos; la galaxia, como cuerpo del universo, en expansión y movimiento, nos alinea con las constelaciones: la conciencia de esa relación es tan luminosa como alegre.
Para finalizar, dejo a los lectores una pregunta y una conclusión:  ¿ cómo debe ser esa unificación para que pueda otorgarnos una identidad galáctica?, ¿ a priori o a posteriori?.
Como sistema político, la Globalización necesita desconceptualizar, y el concepto identidad, cae en el mismo conjunto que el actual concepto de: diversidad, pueblos originarios, matrimonio igualitario o conectar igualdad.  Son conjuntos  vacíos de contenido que viven sólo gracias a la intersección de pertenencias; si o si es necesario que las expresiones artísticas sean el lenguaje por el cual, lo que nos queda por vivir antes de que los astros se cansen de iluminarnos sea en paz y en libertad, que quizás  en la globalización, es  la manera de entender la democracia.





[1] Cf. Woolf, Virginia, Las Olas, pg. 81
[2] Cf. Woolf, Virginia, Las Olas, pg 244